—¿Sabés qué, carnalazo?
—¿Qué pasó?
—Que vengo un poco crudo, Marcelino. Quisiera una pancita, así calientita, ahorita. Vamos con Los Agachados, ¿no?
—Bueno, y ¿por qué vienes crudo?
—Porque me la pasé toda la noche pescando, Marcelo, en el Lago de Chapultetrepo.
—¿Y porque te la pasaste pescando vienes crudo?
—Sí, vengo crudo de sueño, ¿qué no puedo?
—Ah, sí, cómo no.
—Pues ya verás a ver si no.
—¿Y toda la noche te estuviste pescando?
—Anjá.
—¿Y qué fuiste a pescar?
—Cahuiles.
—¿Cahuiles?
—Cahiules.
—¡Cahuiles!
—Cahuiles.
—Oye, ¿qué son cahuiles?
—Pescados.
—Oye, ¿de qué pescados? Yo no conozco los cahuiles.
—No, pos ni yo tampoco conozco los cahuiles. Si no agarré ni uno, Marcelino.
—¡Vaya!
—Cuando los pesque te los traigo para presentártelos, ¿no?
miércoles, 31 de enero de 2007
Diálogo sobre cahuiles
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